Por ahí sea la época del año, pero me siento cargado
negativamente, con muchas ganas de gritar, llorar y romper cosas. Estoy
asquerosamente susceptible, y las cosas que nunca me hacen mal, ahora sí. Es
extraño, pero por ahí eso habla más de mí de lo que yo creo, y el que sale a la
luz ahora, es el que de verdad soy, y no al revés. ¿Las que yo creo mis
fortalezas, son tales, o sólo son una coraza para no dejar expuestas mis
debilidades, como un mecanismo de defensa? Qué se yo. Mañana después de rendir
el coloquio, y antes de empezar con finales por ahí tenga un rato para pensar
estas cosas.
Mientras, a seguir avanzando. Pero ¿qué es avanzar?
Avanzar no es cerrar los ojos, agachar la cabeza y correr
como una topadora, llevándome lo que siento y lo que pienso por delante. Avanzar
es tomarme parte de mi tiempo para hacer las cosas que me gustan, es disfrutar
del libro de los abrazos todos los días, abrazar a mis amigos, tomar un buen
vino, darle lugar a mi olvidado corazón. Avanzar es tanto…
Pero… paradoja.
La paradoja está en creer que entiendo con claridad estos
conceptos, pero hacer, perfecto, lo contrario. No me refiero al estudio, que es
una gran responsabilidad. Me refiero a no poder ejercer el arte de equilibrar y
darme lugar para todo. Después de todo,
la vida es eso que pasa mientras rendimos parciales y finales.